Estava em vias de manifestar a minha opinião de como as reacções à atribuição do Nobel da Paz a Obama permitem separar os campos entre os defensores consequentes da liberdade e da democracia e os outros. Mas não se podem fazer distinções apressadas, nem juízos definitivos, acerca das convicções dos homens e, muito menos, dos políticos. A confirmação desta realidade foi-me dada pela tomada de posição de Fidel Castro acerca do Nobel atribuído a Obama no final de um longo artigo intitulado Las campanas están doblando por el dólar:
En horas de la mañana de hoy viernes 9, el mundo se despertó con la noticia de que "el Obama bueno" del enigma, explicado por el Presidente Bolivariano Hugo Chávez en las Naciones Unidas, recibió el Premio Nobel de la Paz. No siempre comparto las posiciones de esa institución, pero me veo obligado a reconocer que en estos instantes fue, a mi juicio, una medida positiva. Compensa el revés que sufrió Obama en Copenhague al ser designada Río de Janeiro y no Chicago como la sede de las Olimpiadas del 2016, lo cual provocó airados ataques de sus adversarios de extrema derecha.
Muchos opinarán que no se ha ganado todavía el derecho a recibir tal distinción. Deseamos ver en la decisión, más que un premio al Presidente de Estados Unidos, una crítica a la política genocida que han seguido no pocos presidentes de ese país, los cuales condujeron el mundo a la encrucijada donde hoy se encuentra; una exhortación a la paz y la búsqueda de soluciones que conduzcan a la supervivencia de la especie.
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